Simón Rodríguez
en Amotape
Cabo Blanco,
Perú
Publicado en “El
Grito del Pueblo”, Guayaquil, en 1898 y firmado por Camilo Gómez (amigo de José
Rodríguez, hijo de Don Simón).
... En Guayaquil,
Don Simón Rodríguez celebró un contrato con un señor Zegarra para refinar
esperma, empresa que fracasó. Acosado por las exigencias de Zegarra para que le
devolviera el dinero con que lo habilitara, Don Simón Rodríguez resolvió
dirigirse al departamento de Lambayeque, en el Perú, llamado por un caballero
para que implantara no se qué negocio. Sin esperar embarcación a
propósito, nos embarcamos en una balsa de sechuras que se hallaba en la vía.
Fuimos arrastrados por corrientes contrarias a causa de un temporal, y
sólo mes y medio después pudimos arribar a una caleta de pescadores, que
creo se llama Cabo Blanco, habiendo sufrido hambre y sed, pues se nos acabaron
los víveres y el agua.
Iglesia de
Colan
Don Simón se
encontraba grave, José se transbordó a una chata y sin decirnos nada nos dejó
abandonados. Saltamos a tierra sin recursos; todo el equipaje de Don
Simón se reducía a dos cajones con libros y manuscritos. Tres semanas
permanecimos en la choza de unos indios pescadores, los que al fin me
dijeron que no podían continuar manteniéndonos y que Don Simón
tenia una enfermedad que podía contagiarlos. Logre convencerlos de que
era hombre importante aquel viejo enfermo y que podría reportarles
alguna utilidad, si me acompañaban hasta algún pueblo cercano. Accedieron
y me llevaron a Amotape cerca de Paita. Me dirigí a casa del cura y le impuse
de lo que pasaba. Después de algunas dificultades me proporcionó dos
caballos y diez pesos: Regresé con los indios a Cabo Blanco. Hice montar
a don Simón y lo conduje a Amotape. Entre Cabo Blanco y Amotape fue atendido
por la señora Panchita Larrea, quien se compadeció de él, aun sin conocerlo.
Llegando a
Amotape
Al llegar a la
entrada del pueblo vi con gran sorpresa presentarse algunos hombres, que nos
salieron al encuentro y nos detuvieron diciéndonos que tenían orden del
cura para llevarnos a su quinta que estaba cerca. Tomamos ese camino y
llegamos a la casa de la quinta en la que no había más que una habitación,
con una silla vieja y en el rincón un poyo de barro en el que acosté a Don
Simón. El cura no volvió a acordarse de nosotros, y nos faltaba todo.
Ignoraba yo la causa de ese abandono. Todos los días iba al pueblo a
buscar el alimento para Don Simón, que era preparado por una señora
caritativa. Me dijo entonces ésta, que el cura había prohibido la entrada
al pueblo a Don Simón y prohibido que lo visitaran los habitantes,
porque había descubierto que era un hereje. Todo el mundo temía aproximarse a
la quinta; y esquivaban hasta tener trato alguno conmigo. Aislado y
sin medios de asistencia sufría lenta agonía el enfermo, hasta que la
señora Gómez, hermana del señor Manuel Gómez de la Torre, que por
entonces estaban tomando baño en la Brea, vinieron a visitarlo
acompañadas de dos padres jesuitas. Don Simón que estaba acostado los miró con
profunda indiferencia y se volvió del lado contrario, sin dirigirles la
palabra....
Amotape
La suerte de mis
compatriotas
me llevó al
PATRIOTISMO
el patriotismo a
NAPOLEÓN
Napoleón a
BOLÍVAR
Bolívar a
Venezuela:
de allí volví a
ver la América
y en la América
hallo las Repúblicas
que son las que
me
atormentan.
S.R.
Amotape
Cualidades para
un Director de Educación Popular, o Cualidades de un hombre público útil, según
S.R.
1- Moralidad (no
escrúpulos monásticos ni gazmoñería)
2- Espíritu
social (por razón, no por imitación ni por conveniencia)
3- Conocimiento
práctico y CONSUMADO de artes, oficios y de ciencias exactas (Economista, no
mero especulador)
4- Conocimiento
práctico del pueblo, y para esto haber viajado por largo tiempo, en países
donde hay que aprender, y con la intención de aprender. El pueblo no se conoce
andando por las calles, ni frecuentando algunas casas pobres, para darle una
parte de lo que necesitan o para pedirles todo lo que puedan dar.
5- Modales
decentes (sin afectación)
6- Genio popular,
para saberse bajar a tratar, de igual a igual, con
el ignorante-
sobre todo con los niños.
7- Juicio, para
sentir su superioridad, sin humillar.
8- Comunicativo,
para enseñar todo los que sabe, y en esta cualidad poner su amor propio; no en
calumniar con sentencias propias o ajenas, y hacerse respetar por una ventaja
que todos pueden tener, si emplean su tiempo en estudiar.
9- De un humor
igual, para ser siempre el mismo con las gentes que tenga bajo sus órdenes.
10- Sano, robusto
y activo, para transportarse a todos los puntos donde se trabaje.
11- Debe tener
INGENIO, porque en muchísimas ocurrencias se verá con las dificultades a solas,
y tendrá que apelar a sí mismo para vencerlas.
12-
Desinteresado, prudente, aficionado a la invención y a los trabajos mecánicos, estudioso,
despreocupado, en fin... hombre de mundo - no ha de ser un simple que se deje
mandar por los que manda, ni un necio que se haga valer por su empleo.
Amotape
Yo he pensado
mucho y trabajado mucho en la enseñanza, y me he convencido de que la Primera
Escuela es la que debe, ante todas cosas, ocupar la atención de un gobierno
liberal.
S.R.
Casa donde murió
S.R. en 1854 en Amotape
El hombre no es
ignorante porque es pobre,
sino al contrario
S.R.
Iglesia de
Amotape, donde reposaron los restos de S.R. hasta 1914
Al que no sabe,
cualquiera lo engaña,
Al que no tiene,
cualquiera lo compra
S.R.
Escuela Simón
Rodríguez en Amotape
En la América el
Sur las Repúblicas están Establecidas, pero no Fundadas. ... los medios seguros
de reformar las costumbres, para evitar revoluciones - empezando por la
ECONOMÍA SOCIAL, con una EDUCACIÓN POPULAR, reduciendo la DISCIPLINA propia de
la economía a dos principios: destinación a ejercicios ÚTILES, y aspiración
FUNDADA a la propiedad. Y deduciendo de la disciplina el DOGMA: lo que no es
GENERAL no es PUBLICO; lo que no es PUBLICO no es social.
S.R.
Casa donde murió
S.R. en 1854 en Amotape
(La última foto muestra al dueño actual (2002) de la casa)
... solo pido a
mis contemporáneos, una declaración, que me recomiende a la posteridad, como al
primero que propuso, en su tiempo, medios seguros de reformar las costumbres,
para evitar revoluciones.
S.R.
Amotape
El poblado actual
de Amotape, en la provincia de Paita, Perú, se encuentra en la margen derecha
del río Chira y sobre las faldas occidentales de los cerros de Amotape, a 20
metros sobre el nivel del mar, a 80 Km de la Capital Departamental, Piura, y a
unos 30 Km del puerto de Paita. Amotape, re-fundada el 8 de Octubre de 1840,
fue ocupada por una variedad cosmopolita de moradores, tal como lo atestiguan
los apellidos sobre las tumbas de su pintoresco cementerio. Amotape es el
pueblo más antiguo en relación con sus vecinos, Arenal, Vichayal, Tamarindo,
Tambo, etc. Fue elevado a la categoría de Villa el 22 de Noviembre de 1927. La
zona posee riquezas geológicas y arqueológicas, tales como florecimientos de
brea y entierros precolombinos de las cultura Incaica Vicus y de la nacionalidad
de los Tallanes. Amotape proviene de voz yunga y etimológicamente significa
"nido-nudo". Los conquistadores, al mando de Francisco Pizarro,
pasaron por estas tierras por el año 1532 destruyendo y desenraizando las
pequeñas comunidades indígenas que habitaban los oasis del desierto y los
fértiles valles de los ríos como el Chira. Los indígenas fueron sometidos a la
explotación de carbón de palo que se enviaba a España por el puerto de Paita.
El puerto de
Paita
El Casino de
Paita
Paita
Consolidando el
sistema colonial, en 1533, el corregidor Alonso de F. mando abrir un buen
camino de Paita a Tumbes pasando por Motape (así llamado en aquellos tiempos) y
"puso en todo el camino tambos y chasquis para hospedaje y comodidades de
los pasajeros y para el continuo llevar y traer noticias de pliegos oficiales.
Don Antonio de Ulloa, que paso por Amotape en 1740 también habla de las minas
de Copé o de "petróleo con asfalto en disolución, que da color y
constitución espesa", y menciona a la industria de la brea. Dice Ulloa
"Amotape no tiene sino unas treinta casas de caña y paja, habitadas por
indios y mestizos." Años mas tarde, Amotape recibe la visita del viajero
Raimondi quien escribe "Amotape, pueblo antiguo, en la cual se hallan establecidas
varias familias bastante respetables. La mayor parte se dedica al comercio,
principalmente de géneros y posee 16 tiendas, solo una montada con un poco de
lujo, como se ve en las grandes poblaciones. Tiene muchas calles, pero solo las
centrales tienen casas regulares con paredes blanqueadas; en los alrededores de
la población no se ve sino ranchos habitados por indígenas.”
Camino de Amotape a Paita
Raimondi escribe:
“La iglesia de Amotape se halla en ésta época en ruinas por haberse quemado con
motivo de los cohetes que revientan en gran abundancia en las fiestas de estos
pueblos, y ahora la plaza presenta el aspecto mas desdichado que se puede
idear, contribuyéndose a esto el barranco con piedras derrumbadas que hay por
ese lado de la población." En este tiempo se sembraba en abundancia la
cochinilla para sacar tinte y la higuerilla para el alumbrado y fabricación de
jabones de pepita, esta última de consumo local. Para el transporte de los
productos agropecuarios se utilizó el sistema de piaras de acémilas y mediante
balsas se cruzaba el río la Chira entre Amotape y Arenal para el tránsito entre
Paita y Talara. La ubicación geográfica de Amotape hace pensar que en la
época en que fue habitada por Don Simón Rodríguez, representaba un oasis muy
atractivo en la zona. Al borde de un río de gran caudal, en un valle fértil, en
una zona circundante desértica, tiene un clima agradable. Distante a una
jornada a lomo de mula del puerto de Paita, que a su vez esta a una jornada
navegando a vela de la Ciudad de Guayaquil y a unas dos jornadas de navegación
de Lima, Amotape parece uno de aquellos lugares que estando retirado, seguía
accesible a los centros importantes del Continente. El camino real que unía a
Talara, Tumbes y las serranías del Ecuador con el puerto de Paita, pasaba por
Amotape, trayéndole viajeros, noticias y mercancías al pueblo.
Camino
de Amotape a Paita
(En la primera foto, detrás del árbol, a la derecha, se
vislumbra el cementerio de Amotape, en la segunda, se ve al río Chira)
Las ruinas aún
visibles de caserones coloniales de dos pisos hacen pensar que Amotape tuvo una
época de relativa prosperidad. Al instalarse el incasable viajero Don Simón
Rodríguez en 1853 Amotape, su última morada, esta, refundanda hace un poco mas de
una decena de años, debería tener cierto aire romántico. Simón Rodríguez llegó
a Amotape después de embarcar en una balsa en Guayaquil, y aterrizar en Cabo
Blanco con el amigo de su hijo José, Camilo Gómez, quien lo acompaña en Amotape
hasta su muerte. Cuentan los pobladores actuales de Amotape que Don Simón
Rodríguez recibía a menudo la visita de Manuelita Sáenz en su casa de Amotape,
quien vivía en Paita, a pocas horas de camino. Manuelita Sáenz murió en 1856 en
Paita. Indican las crónicas que Simón Rodríguez visitó a Manuelita en Paita en
1843 cuando viajaba de Lima al Ecuador.
Paita
Simón Rodríguez
murió el 28 de febrero de 1854 y sus restos reposaron en la iglesia de Amotape
hasta 60 años mas tarde cuando fueron transportados al Panteón de los Próceres
en Lima. En el centenario de su muerte, sus restos fueron depositados en el
Panteón Nacional de Caracas. Comentan los pobladores, sin embargo, que
una momia que permanece en una cripta en la iglesia de Amotape, son los
verdaderos restos mortales de Don Simón Rodríguez.
Casa donde murió
Manuelita Sáenz en Paita
Después de la
muerte de Don Simón Rodríguez en 1854, el pueblo de Amotape ha sufrido varias
desgracias y desavenencias. Las lluvias y con ellas las crecidas del río,
causaron estragos en 1891, 1925, 1981 y 1983. La primera de estas tragedias
afectó intensamente a la población de Amotape. "El río arrancó de raíz sus
tierras en una vasta extensión y derribó por tierra a dos calles del pueblo.
Sus habitantes empezaron a emigrar y esta emigración se acentuó al nacer y
prosperar la vida de los establecimientos petrolíferos cercanos, como Talara y
Negritos". La última crecida del río Chira en 1998 se llevó el puente
sobre el Chira bautizado "Simón Rodríguez", construido pocos años
antes. El terremoto de 1970 también causó estragos. En 1958 Amotape queda
desarticulado de su principal vía de comunicación (Panamericana Norte) debido a
la construcción de una nueva, que va directo de Sullana a Talara, dejando
aislada a Amotape.
La Iglesia de
Colan, entre Amotape y Paita
Deseo a Usted
como para mi,
SALUD, para
que no SIENTA que VIVE
DISTRACCIÓN, para que NO PIENSE en lo que ES
y
¡MUERTE REPENTINA!
para que no tenga el DOLOR DE DESPEDIRSE
de lo que AMA y de SI-MISMO
para SIEMPRE
Simón Rodríguez
Memorábila de SR
en Amotape
Tomar las medidas
que piden las circunstancias,
para asegurar el
buen éxito de una empresa,
tratando con
hombres,
se llama Política
S.R.
Agradecimientos
en Amotape
* Beederman
Jarson Herrera: Estudiante de Amotape
* Luis Antonio
Saavedra Sosa: Secretario de la Asociación de Padres y Representantes del
Colegio Simón Rodríguez en Amotape
* Pablo Eladio
Canales Aparicio: Actual propietario de lo que fuera la casa de Don Simón
Rodríguez en Amotape.
* Tomasa
Rodríguez Arévalo: Educadora comunitaria en Amotape.
Agradecimientos
en Caracas:
Al Dr.
Guillermo Whittembury por sus sabios
consejos, motivación e informaciones concisas y precisas
A la Universidad
Simón Rodríguez por montar las primeras exposiciones.
Fotografía,
diseño y autoría de la exposición: “Simón Rodríguez en Amotape”:
SR
miércoles 11 de marzo de 2009
RELACION DE LA MUERTE DE
DON SIMON RODRIGUEZ
POR CAMILO GOMEZ, TESTIGO PRESENCIAL
(Publicada en El Grito del Pueblo, Guayaquil, jueves 4 de agosto de 1898, con
el título:"Dos retratos del natural").
"Sr. Director de "El Grito del Pueblo":
Latacunga, Julio.-En esta ciudad posee el señor José María Batallas dos
retratos al óleo, uno del Libertador Simón Bolívar, y otro de su ayo don Simón
Rodríguez, que se reputan tomados directamente de los personajes que
representan.
Fueron encontrados entre los trastos de don Simón Rodríguez que existían en la
vecina parroquia de San Felipe, donde aquel residió algún tiempo, y se deduce
que si alguien debiera tener el retrato verdadero de Bolívar era su ayo. Van a
ser estos lienzos exhibidos con una información fidedigna por el señor Batallas
en la Exposición Nacional que se proyecta organizar en Quito. El de Bolívar que
está algo deteriorado es de medio cuerpo. Tiene bigote, lo que no pasa en
ninguno de sus retratos, en que se le presenta afeitado.
El de don Simón Rodríguez es de parecido completo según lo atestigua el señor
Camilo Gómez, natural de ésta, que lo acompañó por mucho tiempo y a quien aquél
consideraba como hijo adoptivo. Refiere éste un interesante episodio de la vida
del célebre ayo del Libertador. Cuando al señor Gómez se le enseñó el retrato
de don Simón Rodríguez, manifestó su admiración, exclamando: "Sólo le
falta hablar". y hizo la siguiente narración de cómo lo conoció y de sus
últimos momentos:
"Don Simón, dijo, residió en esta ciudad algún tiempo; para vivir daba
lecciones de primeras letras a las hijas de una señora Viteri. Lo acompañaba
José Rodríguez, a quien quería como a hijo y lo llamaba por el nombre de Cocho.
Trabé relaciones de amistad con este joven que era de mi misma edad y con él
visitaba la casa de don Simón, el que pronto me consagró especial cariño.
Al poco tiempo de conocernos se dirigió don Simón a Guayaquil con su hijo, y
los seguí dos meses después.
En esa ciudad celebró un contrato con un señor Zegarra para refinar esperma,
empresa que fracasó. Acosado por las exigencias de Zegarra para que le
devolviera el dinero con que lo habilitara, don Simón Rodríguez resolvió
dirigirse al departamento de Lambayeque, en el Perú, llamado por un caballero
para que implantara no sé que negocio.
Sin esperar embarcación a propósito, nos embarcamos en una balsa de sechuras
que se hallaba en la vía. Fuímos arrastrados por corrientes contrarias a causa
de un temporal, y sólo mes y medio después pudimos arribar a una caleta de
pescadores, que creo se llama Cabo Blanco, habiendo sufrido hambre y sed, pues
se nos acabaron los víveres y el agua.
Don Simón se encontraba grave. José se trasbordó a una chata y sin decirnos
nada nos dejó abandonados. Saltamos a tierra sin recursos; todo el equipaje de
don Simón se reducía a dos cajones con libros y manuscritos. Tres semanas
permanecimos en la choza de unos indios pescadores, los que al fin me dijeron
que no podían continuar manteniéndonos y que don Simón tenía una enfermedad que
podía contagiarlos.
Logré convencerlos de que era hombre importante aquel viejo enfermo y que
podría reportarlos alguna utilidad, si me acompañaban hasta algún pueblo
cercano. Accedieron y me llevaron a Amotape cerca de Paita. Me dirigí a casa
del cura y le impuse de lo que pasaba. Después de algunas dificultades me
proporcionó dos caballos y diez pesos: Regresé con los indios a Cabo Blanco.
Hice montar a don Simón y lo conduje a Amotape.
Al llegar a la entrada del pueblo ví con gran sorpresa presentarse algunos
hombres, que nos salieron al encuentro y nos detuvieron diciéndonos que tenían
orden del cura para llevamos a su quinta que estaba cerca.Tomamos ese camino y
llegamos a la casa de la quinta en la que no había más que una habitación, con
una silla vieja y en el rincón un poyo de barro en el que acosté a don Simón.
El cura no volvió a acordarse de nosotros, y nos faltaba todo. Ignoraba yo la
causa de este abandono. Todos los días iba al pueblo a buscar el alimento para
don Simón, que era preparado por una señora caritativa. Me dijo entonces ésta,
que el cura había prohibido la entrada al pueblo a don Simón y prohibido que lo
visitaran los habitantes porque había descubierto que era un hereje. Todo el
mundo temía aproximarse a la quinta; y esquivaban hasta tener trato alguno
conmigo.
Aislado y sin medios de asistencia sufría lenta agonía el enfermo, hasta que las
señoras Gómez, hermanas del señor Manuel Gómez de la Torre, que por entonces
estaban tomando baños en la Brea, vinierona visitarlo acompañadas de dos padres
jesuítas.
Don Simón que estaba acostado los miró con profunda indiferencia y se volvió
del lado contrario, sin dirigirles la palabra. Pasaron algunos días y me
sorprendió una mañana don Simón diciéndome que fuera a llamar al cura. Me
dirigí a casa de éste, y fuí mal recibido; el cura me contestó que no quería
ver a un protestante. Insistí, manifestándole que deseaba confesarse el
enfermo.
Entonces convino en acompañarme. Don Simón tan luego lo vió entrar se incorporó
en la cámara, se sentó, hizo que el cura se acomodara en la única silla que
había y comenzó a hablarle, algo así como una disertación materialista.El cura
quedó estupefacto y apenas tenía ánimo para pronunciar algunas palabras
tratando de interrumpirlo. Era yo muy joven y no comprendía el alcance de 10
que decía don Simón, sólo recuerdo que manifestaba al cura que no tenía más
religión que la que había jurado en el Monte Sacro con su discípulo.
Volviéndose hacia mí, díjome que saliera. La conferencia fue larga. Cuando
salió el cura iba más tranquilo y más complacido de lo que estaba al venir.
A las 11 de la noche del día siguiente comenzó la agonía de don Simón
Rodríguez; a intervalos exclama: ¡Ay mi alma! Espiró y permanecí cerca del
cadáver hasta la madrugada. Me dirigí al pueblo a participar lo ocurrido al
cura, el que me trató rudamente por despertado tan temprano. Una señora que me
vió salir llorando, se acercó a consolarme y me aconsejó que escribiera al
cónsul de Colombia en Paita; lo que hice inmediatamente.
Recibí al día siguiente la contestación firmada por el señor Emilio Escobar,
que encargaba se hiciera el entierro a su costa. El cura entonces sufragó los
gastos y aun ordenó que se colocara el cadáver en un nicho que existía en el
cementerio.
Además, tal vez por orden del cónsul, me proporcionó un vestido de paño y diez
pesos. Cuando me proponía dejar el pueblo se presentó Cocho y acompañado de
éste nos dirigimos a Paitá, llevando los dos cajones de libros de don Simón.
En ese puerto encontramos a los ecuatorianos señores
García Moreno, Rafael
Carvajal, José María Cárdenas y otros emigrados, a los que referí la muerte
de don Simón Rodríguez. García Moreno tomó de entre los papeles contenidos en
el cajón una carta de Bolívar a su maestro. Protegido por aquellos caballeros y
con recomendaciones de la señora
Manuela Sáenz, partí para Panamá, pues
creía que yo era hijo de don Simón y tanto ella como los emigrados no me
trataban por mi apellido sino por el de Rodríguez. Tal es la relación que nos
ha hecho el señor Camilo Gómez.Le preguntamos si recordaba el año de esos
sucesos; y nos dijo que creía fuese el 56 o el 58. El señor Gómez es un anciano
formal y honrado y que está en pleno uso de sus facultades. El Corresponsal.
*
Cuando muere Don Simón Rodríguez en Amotape, Manuelita Sáenz se encontraba
en Paita.Según el testimonio de Camilo Gómez doña Manuel le auxilió y facilitó
el viaje a Panamá.
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